martes, 6 de marzo de 2012

BUÑUELOS DE VIENTO

Siempre he pensado que para hacer algo en la vida uno tiene que tener razones de peso, razones que vengan del corazón y te muevan a realizar lo que te propongas con todo el cariño del mundo.
Estimados "blogueros", la razón principal por la que cocino es, ha sido y será por la memoria de mi queridísima abuela. Veréis, ella era una persona tan especial para mí, que allá donde fuera ella yo siempre la seguía. Tuve la suerte de vivir los primeros trece años de mi vida a su lado y entre otras cosas, compartí con ella su pasión por la cocina. Si os soy sincera, el lugar de la casa donde siempre la recuerdo es allí, en la cocina, rodeada de vapores y olores de comida. Hay aromas que se han quedado para siempre en mi memoria y ello me hace recordarla diariamente. Su memoria está en mí y en todo aquello que pude aprender de ella.
Cuando llega el invierno, uno de los dulces que más echo de menos son sus buñuelos de viento. Los recuerdo gorditos y blandos, calentitos e insuperables. Su textura era perfecta y morderlos producía una sensación de placer inigualable. Solía acompañarlos de un buen chocolate caliente y le encantaba vernos a todos devorarlos con tanto placer.
Me siento en la obligación de seguir su legado y continuar mimando a todos los que me rodean con el mismo cariño que ella puso en su manera de cuidarnos. Abuelita, estés donde estés, este blog va por ti.
Os dejo la receta de sus buñuelos. Ella freía la masa, que le quedaba bastante espesa, en una sartén honda con aceite muy caliente. Iba echando dicha masa a cucharadas (usaba cucharas de sopa), que repartía por toda la sartén. Es prácticamente mágico ver cómo sube la masa y el resultado es increíble.
Espero que os salgan geniales. No olvidéis ponerles amor.
Un saludo a todos.






Ingredientes

3 cucharaditas de azúcar.
1 cucharadita de mantequilla.
3 ó 4 huevos.
1 vaso de harina.
1/2 vaso de agua.
3 cucharaditas de levadura en polvo.
1 pizca de sal.

*He encontrado otras versiones de buñuelos de viento, a los que añaden la ralladura de un limón, aunque mi abuela nunca los hizo así.

Si os atrevéis a rellenarlos, bastará con hacerles un corte en un extremo, con unas tijeras de cocina y seguidamente, utilicéis una manga pastelera para rellenarlos de lo que más os guste. Yo he probado con crema, nata, trufa y cabello de ángel. En todos los casos están buenísimos, pero yo los prefiero solitos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario